"Antiprograma de Educación Emocional".
El “Anti-programa de
Educación Emocional” no es un programa secuenciado de actividades para llevar
al aula. Más bien lo contrario, recalca que las intervenciones deben ser específicas y
singularizadas, ya que la Educación Emocional, si no es vivencial y parte de la
propia realidad de los participantes, se intelectualiza y no provoca cambios ni
mejoras.
Detrás de las emociones
podemos encontrar respuesta a cómo somos, cómo decidimos, cómo reaccionamos,
cómo actuamos, cómo vivimos, cómo pensamos, cómo interactuamos con otras
personas y cómo nos movemos en el mundo. La escuela no es únicamente una
institución académica y escolar, sino también educativa. Educar en valores, en
emociones, en principios… No hay que olvidar que trabajamos con personas, a las
que debemos ofrecer herramientas que les faciliten su desarrollo personal y
social. ¿Dónde nos enseñan a ser personas y a convivir?, ¿se supone que con
saber Matemáticas, Lengua y Literatura, Conocimiento del Medio, Historia... ya
somos completas?, ¿por qué en nuestros horarios no hay tiempo para las
emociones?, ¿por qué se trabaja más lo cognitivo y poco o nada lo corporal, lo
social, lo emocional... si somos un todo?
En este libro nos ofrecen
recursos, estrategias, actividades y, sobre todo, una forma de sentir, de vivir
y de estar en el mundo con conciencia. Una forma de entender la Educación
Emocional desde un modelo que se aleja de los programas secuenciados de
actividades y con "una estructura lógica" de contenidos.
También es útil este vídeo a modo de resumen:
Sánchez
Román A. y Sánchez Calleja L. (2009). Antiprograma
de Educación Emocional. Sentir en primera persona. Madrid: Wolters Kluwer,
S.A.
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