Autoridad dentro del aula.
Los
profesores se sienten desprotegidos ante las crecientes faltas de respeto de
los estudiantes y reclaman un Plan Estratégico de Convivencia Escolar
Tras
superar la Educación Primaria, los ciclos de la ESO y Bachillerato suponen
para los alumnos un paso importante y un desafío a todos los niveles. Más allá
del mundo académico, se adentran en un periodo emocional complejo como es la
preadolescencia. Esto puede provocar conflictos de desafío al profesor.
Las aulas
no son como hace 30 años, donde el maestro dirigía con mano de hierro la clase
sin que se socavase su autoridad. Ahora el profesor intenta aplicar una
educación más asertiva. Pero, en los últimos años, varias voces han
alertado de que los alumnos muestran rasgos de cierta rebelión frente a la
autoridad de los profesores, que, en muchos casos, se han sentido desprotegidos.
Es lo que
denuncia Jesús Niño, defensor del Profesor, a cargo del sindicato
de profesores ANPE. Según sus palabras, la autoridad del
profesorado se ha visto deteriorada. Tanto es así que el problema ha llegado al
extremo de que muchos profesores han tenido que estar de baja por ansiedad
o depresión. «Los niveles de estrés son muy grandes», advierte. «Además, se
trata de bajas que repercuten directamente sobre los alumnos, al no poder
recibir la formación que necesitan».
También
para el psicólogo Ángel Peralbo, autor de libros como El
adolescente indomable, es obvia esta pérdida de autoridad por parte del
profesorado, que, además, les dificulta «poder dedicarse a lo suyo, que es
impartir conocimiento». Observan también que «hay una menor curiosidad y una
menor atención incluso en los alumnos que no tienen problemas académicos»,
además de una «mayor agresividad y discusión» en las aulas.
Más apoyo al docente
Éste es
uno de los problemas a los que se enfrenta el sistema educativo. Pero no es el
único debate. Los sindicatos de profesores proponen la instauración de un Plan
Estratégico de Convivencia Escolar para prevenir el acoso, así como
para reforzar al profesorado con recursos económicos, legales y de formación
para que puedan desempeñar su trabajo.
Una de las
aportaciones a la legislación por parte de varias comunidades autónomas ha sido
la Ley de Autoridad del Profesorado, que tiene como objetivo
reforzar la figura del docente y protegerla. En ella se reconoce a los
profesores como una figura de autoridad en el ámbito educativo. Una de las
novedades más importantes es equiparar el desprecio o agresión a los profesores
a delitos contra la autoridad, como si fueran agentes de la ley.
¿Es
necesario llegar a este extremo? Según Niño, sí, por la situación de desamparo
en la que sienten que viven los docentes. Peralbo opina que todavía queda mucho
que hacer, y no todo en el ámbito legal, sino con un pacto educativo entre
todas las partes para ir en la misma dirección.
Es decir,
restablecer la autoridad del profesorado, pero sin volver a las fórmulas
abusivas de antaño. Para Peralbo es fundamental la tutorización, manejar el
estado emocional de los alumnos y entender qué es lo que les pasa por la
cabeza.
La formación
Niño
también habla de otro aspecto muy importante: la formación del propio
profesorado para un mejor uso de sus recursos disponibles. Sobre todo incide en
la coherencia de las medidas ejercidas ante malos
comportamientos, afirmando que un mismo acto no sea castigado de forma
diferente dependiendo del profesor, ya que ahora hay medidas proporcionadas por
el reglamento que permiten al docente expulsar o disciplinar al alumno de forma
rápida. Se señala a la coordinación entre todo el sistema
educativo, incluyendo a los padres, como la forma más importante de restablecer
la disciplina en el aula.
Según
Peralbo se trata de instaurar una cultura y «recuperar ciertos valores. Y para
ello es necesario involucrar a los padres». Según los expertos
consultados, es fundamental la coordinación entre profesor y padre. Niño
reconoce el valor de ambos en la educación. El fomento de las tutorías, donde
los padres y los profesores puedan comunicarse, es del todo fundamental.
Eso sí,
Niño defiende la potestad que tiene el profesor para utilizar el método
educativo que considere oportuno. Según él, si el padre ve un problema en la
educación de sus hijos no debe criticar a un profesor abiertamente delante del
alumno y socavar así su autoridad, sino tener una reunión y hablarlo
directamente con él. También recomienda una mayor flexibilidad por
parte de las empresas para que los padres puedan asistir a las
reuniones con los docentes.
Falta más sintonía entre padres y docentes
Peralbo
afirma que hemos ido dando a nuestros hijos la autoridad y el liderazgo de
forma progresiva y sin darnos cuenta. Señala que la falta de alineación de
padres y docentes ha sido clave para que esto suceda, y que ahora existe una
grieta que hay que subsanar para recuperar ese pacto. La visión de
Niño es bastante similar, refiriéndose sobre todo a un cambio cultural donde
antes «las familias hablaban bien del profesor y en casa se mantenía lo que
decía el docente. Esto se ha visto modificando poco a poco. Quizá por el exceso
se ha ido al otro extremo».
Niño pide
que la sociedad se reconduzca y que haya «mayor cultura de autoridad del
profesor». «Hay casos en los que un profesor ha sufrido agresiones por
parte los padres, que además las justifican como defensa para sus hijos.
Esto provoca consecuencias negativas para el propio hijo en el futuro»,
reconoce.
En el otro
extremo se encuentran los padres que defienden otra visión. Leticia
Cardenal, presidenta de la Ceapa (Confederación Estatal de
Asociación de Padres y Madres del Alumnado), afirma que no ve una pérdida de
autoridad por parte del profesorado en el aula. Reconoce que hay casos
puntuales, pero dice que no hay que generalizar. Cardenal no cree que haga
falta una ley que refuerce la autoridad del profesor y afirma que «para ganarse
el respeto de los alumnos no es necesario tener una norma». Sin embargo, en lo
que coincide con el resto de consultados es en la coordinación entre docentes y
padres, y define como escasa la comunicación entre las distintas partes.
Los cursos
donde más problemas hay son 1º y 2º de la ESO, cuando los alumnos
entran en la preadolescencia, aunque Niño advierte de que cada vez se ven casos
a edades más tempranas. También ve lógico que exista cierto cuestionamiento, ya
que «se están configurando como adultos y tienen que defender su opinión. Pero
lo tienen que hacer sin faltas de respeto».
Para
Peralbo, es importante un trabajo de «prevención y anticipación positiva, sin
acudir al miedo». Señala que un buen momento para empezar con el trabajo
coordinado entre docentes y padres es en Primaria. Niño va más allá y dice que
el trabajo debe de ser previo, en Infantil. Además, afirma que esas primeras
etapas son muy positivas para trabajar con el tutor y desarrollar los valores
emocionales de los alumnos. También reconoce que esos valores no deben de ser
descuidados con el tiempo frente a lo académico.
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